Por Natalia Morales y Joaquín Ramírez
En este comienzo del 2013,La Verdad Obrera
recorrió el norte de Salta. “Los Toldos” queda a 400 km de la capital, en el
límite con Bolivia, bordeando la selva de las Yungas.
En este comienzo del 2013,
Salta “la linda” es una de las provincias más pobres del
país. Ni siquiera hay un camino a Los Toldos: o entrás por Bolivia o lo haces
caminando dos días desde Argentina. Los índices dicen que aquí“hay un 45% de
necesidades básicas insatisfechas (NBI)”. La miseria es más fuerte en las
calles. “No es tierra de posibilidades”. Los trabajos son escasos y muy
precarios. Como cuenta Pedro, en el paraje Lipeo. “No hay nada. Para comer no
seria tanto, vos tenés papa o maíz. Pero este lugar te obliga a salir a trabajar
a otro lado”. Eloy presidente de la comunidad aborigen de El Arazay agrega
“adelantás trabajo laburando mucho allá en Mendoza o Río Negro porque acá no
hay nada”. Para Santos “es la misma
Municipalidad el ejemplo de pagar mal y poco. Te pagan 60 o 70 pesos al día por
trabajar como changarín, además te pagan mal, tarde y a veces no logras cobrar
todo”.
Entonces los jóvenes de Los Toldos tienen que formar parte
inevitablemente del más de medio millón de trabajadores golondrinas que migran
de una cosecha a otra, en distintas provincias.
Desde Jujuy, Salta, Tucumán y Santiago del Estero estos
obreros alzan vuelo. La pobreza del norte los expulsa. Se suman trabajadores de
Bolivia, Perú y Paraguay. Familias
enteras se movilizan a las provincias “ricas”, Mendoza, Río Negro o Córdoba,
para trabajar en campos que son de otros. La
impunidad de las patronales agrarias hace que del millón y medio de los
obreros rurales, la mitad esté en negro. Y los golondrinas e inmigrantes son
los más perjudicados. Muchas veces sometidos a situaciones de esclavitud y
trata de personas, en que los cuadrilleros y las empresas tercerizadas son
parte de las redes. Otras veces, luego del ingreso, policías o grupos
organizados por las patronales les impiden salir de las fincas. Eloy recuerda:
“nosotros la primera vuelta que estuvimos en esa situación nos pudimos escapar.
El patrón nos quería pegar, nos cruzaba en la calle gritando ‘¡porque se van si
yo los traje!’ ”.
Todo el día corriendo
Mientras reina la esclavitud laboral, las patronales agrarias gozan de los más altos niveles de rentabilidad. Mendoza es el principal productor nacional de uva, ajo, ciruelas y duraznos y Río Negro de manzanas y peras. Ambas provincias exportan más de un billón de dólares en producción primaria. (INDEC. 2011)
Los jóvenes trabajadores golondrina encuentran trabajos
donde te pagan “por tanto”. El viejo trabajo “a destajo” persiste en el campo.
En el ajo, cuenta Patricio, son diez horas agachado: “es la única posibilidad
de ganar algo que valga la pena tanto esfuerzo”. Deslomándose sin horarios, lo
que el cuerpo resista, llegan a un ingreso superior al que conseguirían en sus
tierras de pobreza. Pero es duro. Herminda lo sabe porque en las fincas de uva:
“cosechás, corrés lejos hasta el camión, te subís a la escalera tirás la uva y
tenés que bajar por otro lado porque viene el otro corriendo. Todo el día
corriendo”. “Te caés y es un desastre – agrega Eloy – todo manchado con arena
pegada; pero tenés que levantarte rápido y seguir porque sino no llegás”.
Muchas veces los patrones obligan a los obreros a trabajar
en cuadrillas con lo cual si uno no rinde pierde todo el grupo, una presión aún
mayor sobre la espalda. El Ingenio La Esperanza , en Jujuy, se nutre de trabajo
golondrina. El trabajador mismo tiene que subcontratar a más trabajadores, “los
cuartas”. Suelen ser los familiares quienes ayudan a llegar a una cantidad que
cubra las necesidades de supervivencia del hogar. El trabajo “por tanto”
implica muchas veces el trabajo infantil. El sector rural tiene un 35.5% de
trabajo infantil entre 14 y 17 años, y Mendoza es la provincia con el
porcentaje más alto (28,8 %). En plantaciones como el arándano los patrones
prefieren descaradamente el trabajo infantil porque pueden extraer con mayor
delicadeza este fruto frágil.
Esas “particularidades de la actividad”
Las jornadas laborales pueden extenderse a más de 12 horas. “Nos levantamos a las 5 de la mañana a preparar comida porque en el medio del campo no hay nada. Después viene el transporte en camión hasta el lugar del trabajo. Y después a hacer fila para bañarte porque los baños son muy pocos, o bañarte en acequias” dice Eloy, que trabajó desde los 7 años junto a su padre para rendir a una empresa forestal de la zona.
Todo esto ocurre en los campos argentinos después de casi 10
años de gobierno kirchnerista. Los capitalistas del campo y la agroindustria
ganan millones; cientos de miles de trabajadores son explotados como hace
décadas. La “reforma del régimen de trabajo agrario” K mantiene vigentes muchas
de las prácticas impuestas por los dueños de la tierra, con la excusa de “las
particularidades de la actividad”. La de Eloy, la de Walter, la de Herminia, y
cada una de las voces de estos trabajadores rurales, son un duro golpe al doble
discurso de este gobierno.
En próximos números de La Verdad Obrera
seguiremos reflejando las condiciones de vida y las luchas de estos hermanos de
clase, los trabajadores golondrinas.
Excelente (aunque duro) relato, compañeros. Mientras algunos cantan el himno nacional festejando los 200 años de la supuesta abolición de la esclavitud, ustedes aportan esta verdad que, no por conocida, deja de ser necesaria de relatar.
ResponderEliminarUn abrazo.