por
Natalia Morales y Joaquín Ramírez
El
hotel y complejo termal Medano Blanco costó $ 20 millones. El “Momo” gastó 4000
dólares semanales para volar hasta allí a controlar las obras. “Desde que este
Secretariado se hizo cargo del gremio hemos puesto mucho énfasis para que el
trabajador se tomara el descanso que corresponde”, dice Gerónimo “Momo”
Venegas, titular del Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores
(UATRE).
El
sindicato paga $ 8 millones anuales a la empresa tercerizada GREGARD SA para
“fiscalizar el trabajo no registrado”, pero la mayoría de sus “representados”
están en negro y precarizados. ¿Quiénes podrán descansar en esos lujosos
hoteles si no hay descanso, ni vacaciones, ni derechos para llegar a fin de
mes?
Mientras
los trabajadores no paran de correr para sacar algo de dinero, al Momo se le
pegan los hobby’s de los patrones rurales. Entonces corre en camionetas 4x4. “A
nivel nacional hay una competencia trial, que se hace con camionetas Willys o
IKA. Salí tres veces campeón”, comenta, y agrega que el excéntrico pasatiempo
lo “ayuda a sacarse al Gobierno de la cabeza”.
Los
obreros y las obreras de los campos no gozan de tales beneficios.
Tirados
“Te
tiran todo en el suelo en un galpón donde tenés que dormir en medio de los
cajones, y llevarte tu colchón”, dice Eloy, desde el norte de la provincia de
Salta, contando el lugar donde le tocó dormir en Mendoza siendo trabajador
golondrina. “El patrón nos muestra la pieza y era un solo galpón grande. Tenían
los duraznos ahí, un olor terrible con la gente trabajando en el lugar y
nosotros con todas las cosas tiradas”. Cuenta que después “se escapó” y
encontró “un patrón mejor”. En este caso “no tenía baño, no tenía agua, había
que sacarla de un pozo. Por baño había una letrina arruinada, y había que ir al
campo. Nos teníamos que bañar en el canal de riego nomás”. “A lo sumo podés
dividir piecitas separando con sábanas” agrega Sandra.
Estas
son algunas de las condiciones de vivienda e higiene en las que viven decenas
de miles de trabajadores que desde el norte argentino buscan trabajo en
provincias ricas. Así los patrones muestran su desprecio a la vida obrera.
Walter
tiene 18 años y empezó a trabajar a los 13 también migrando. En su caso “el
baño estaba compartido entre 40”. “Muchas veces directamente hemos tenido que
llevar carpas y quedarnos dos meses así porque no había forma de dormir donde
nos ofrecían” nos relata Sandra. En muchos casos la noche se pasa debajo de
coberturas armadas de plástico sobre la tierra. “Tenemos que comprar todo allá,
los colchones, cacerolas” dice Herminda. Así ven como una parte de sus magros
salarios se van en las condiciones que tiene que proporcionar el patrón.
Incluso lo dice la ley. Se suma a extenuantes jornadas laborales, mal pagas,
como denunciaron los trabajadores en el anterior número de La Verdad Obrera.
Tensando
músculos
A pesar
de la extensión del trabajo en negro, la superexplotación y hasta la trata de
personas, UATRE no ha hecho un solo paro, ni siquiera una movilización. La
mayoría de los trabajadores de la zona no conoce de la existencia del
sindicato. A pesar de esto, los golondrinas se rebelan contra la explotación.
“En noviembre hicimos un paro. Logramos un aumento. Entre todos, no quedaba
otra. Fue para pedir el aumento del precio de la cargada de ajo por camión. El
patrón te pagaba 150 pesos y exigimos 200. Nos dijo que si no nos gustaba nos
fuéramos. Nos fuimos todos. Nos alcanzó en la camioneta aceptando nuestro
reclamo, pidiendo que volviéramos” nos cuenta Patricio, salteño en Mendoza.
También pararon en solidaridad con otra cuadrilla, “los compañeros pedían que
se les aumente el precio de la cargada de ajo y nosotros que se nos aumentara
la aperchada del ajo”.
Después
de esas rebeliones aisladas algunos empiezan a ver cómo organizarse. Patricio
dice: “la verdad que en el caso de los trabajadores temporarios o
‘golondrinas’, tendría que haber un sindicato en cada provincia con leyes que
lo avalen. Hoy por estar al frente o hablar por los demás sos despedido”.
Porque
la persecución de los empresarios rurales también recorre los campos. Uno de
los más emblemáticos es el caso de Daniel Solano. Este joven, nativo de una
comunidad originaria de Tartagal (Salta) fue desaparecido por la policía por
organizar un paro contra una multinacional del campo [1]. La reacción patronal
puede ser brutal, pero la fuerza obrera empieza a tensar sus músculos y da
respuestas. Luchas como las del ajo en Mendoza, que puso en pie el Sindicato de
los Trabajadores del Ajo. O el ánimo de combate que contagia el despertar de
los ingenios azucareros en el norte argentino.
La
clase obrera empieza a encontrar el camino de la organización y la lucha en los
campos. Su unidad con los trabajadores de la industria se torna fundamental
para lograr una alianza histórica para enfrentar a los capitalistas.
1-
http://golondrinasenvuelo.blogspot.com.ar/2012/12/daniel-solano-bandera-de-lucha.html
Muy buena información. Gracias por los datos y felicitaciones a los responsables!! Romina
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