sábado, 25 de enero de 2014

SOMOS

A mi camarada Dora

por Natalia Morales


Conocer a nuestro partido, nuestra organización, es conocer de lleno la historia, nuestra tradición, combates, luchas, de quienes no claudicaron en distintos momentos de nuestra historia, la de los explotados y oprimidos. Como potencia refuerza la moral de lo que somos. Soy parte y somos un todo, en el que aportamos y apostamos de manera consecuente, en este proyecto liberador para nuestra clase, combatiendo todo tipo de presiones en la que no estamos exentos. Somos fuerza, un partido vivo, que se alimenta día a día. Así es, que desde el lugar donde estoy, en el norte de este país, voy haciéndome carne, y forjando mi identidad, mis convicciones, entre un ida y vuelta con mis camaradas, no solamente de la regional en la que me encuentro y aporto, sino también con mis pares de otros puntos de este país, y de los países hermanos que pude conocer, y que refuerza nuestro sentido más profundo, hacemos carne nuestro internacionalismo. Sin tantas batallas dadas sobre este cuerpo, fui asumiendo como parte las de mis compañeros. Así estoy de pie, con las piernas firmes. Cargada de esa, nuestra historia, que une generaciones.

Ante mis ojos veo que cada vez nuestras filas crecen de jóvenes combativos, de trabajadores del campo y de la ciudad, de mujeres luchadoras, que van haciendo su proceso personal y colectivo volcándose de lleno al desafío que perseguimos como partido, y tomar en nuestras manos las banderas de la revolución. Es así que puedo hablar de nuestra camarada Dora, quien como tantos niños pobres, desde muy chica y en su país natal, trabajó limpiando la casa de otros. Sufrió  situaciones violentas como tantas miles de mujeres y sintió sobre su cuerpo el peso de la discriminación por ser trabajadora inmigrante en este país. Sin embargo, no dudó en organizar con quienes contaba a su alrededor, y así con docentes y niños enfrentó la dictadura y a la iglesia en Paraguay, resistió y luchó junto a trabajadoras textiles en Brukman, y hoy sigue dando pelea contra las patronales que explotan y oprimen a los trabajadores inmigrantes, firme por los derechos de las mujeres. Me llena el alma de verla compartiendo con compañeros más jóvenes, de cómo sus fuerzas no se acaban e intenta convencer a otras mujeres, de transmitir esperanza, de que las cadenas que nos explotan y oprimen pueden ser destruidas. Las brechas de edades se diluyen, todo lo vivido, la experiencia se transmite, así se genera tierra fértil proclive a dar sus frutos. Esa es Dora. Parte integrante de lo que queremos ser como personas. Quienes nos proponemos luchar por nuestra y la libertad de las mayorías. Dora escribía hace unos días: “… A mis 67 años pase por todo en esta vida, pero jamás me quede con nada ajeno. Desde los 13 años que trabajo en paraísos ajenos de sirvienta, aguantándome la soberbia y la avaricia de empresarios como los Pescarmona, políticos, curas...Con la firme voluntad de cambiar la vida, que la tortilla se de vuelta he enfrentado a militares, curas, estancieros en plena dictadura paraguaya, he resistido siendo discriminada como inmigrante en la Argentina de los 90 y junto a las heroicas obreras de Bruckman y su fuerza enfrentamos desalojos y ellas pueden dar fe de nuestros valores. Posteriormente encontré una herramienta de lucha y organización en el PTS siendo parte de Pan y Rosas hace más de diez años! No nos detendrán las intrigas, las mezquindades o resentimientos personales. ¡Mi corazón seguirá latiendo por la revolución siempre!...”